Me ausento de este espacio durante veinticuatro horas, no por necesidad de descanso o falta de asunto, simplemente para que la última crónica se mantenga un día más en el lugar en que está. No estoy seguro de que lo merezca por la forma en que dije lo que pretendía, sino para darle un poco más de tiempo mientras espero que alguien me informe donde está la izquierda…
Hace alrededor de tres o cuatro años, en una entrevista a un diario sudamericano, creo que argentino, entre la retahíla de preguntas y respuestas solté una declaración que inmediatamente supuse que iba a causar agitación, debate, escándalo (hasta este punto llegaba mi ingenuidad), comenzando por las huestes locales de la izquierda y a continuación, quien sabe, como una onda que se expandiera en círculos, en los medios internacionales, tanto políticos, sindicales o culturales que de la dicha izquierda son tributarios. En toda su crudeza, sin escamotear su propia obscenidad, la frase, puntualmente reproducida por el periódico, era la siguiente: “La izquierda no tiene ni puta idea del mundo en que vive”. A mi intención, deliberadamente provocadora, la izquierda así interpelada, respondió con el más gélido de los silencios. Ningún partido comunista, por ejemplo, empezando por aquel del que soy miembro, salió a la palestra para rebatir o simplemente argumentar acerca de la propiedad o la falta de propiedad de las palabras que pronuncié. Con mayor razón, tampoco ninguno de los partidos socialistas que se encuentran en los gobiernos de sus respectivos países, pienso, sobre todo, en los de Portugal y España, consideró necesario exigir una aclaración al atrevido escritor que había osado lanzar una piedra al putrefacto charco de la indiferencia. Nada de nada, silencio total, como si en los túmulos ideológicos donde se refugian no hubiese nada más que polvo y telarañas, como mucho un hueso arcaico que ya ni para reliquia serviría. Durante algunos días me sentí excluido de la sociedad humana como si fuese un apestado, víctima de una especie de cirrosis mental que provocaba que no diera pie con bola. Llegué a pensar que la frase compasiva que andaría circulando entre los que así callaban sería más o menos ésta: “Pobrecillo, ¿qué se podría esperar de él con esa edad?” Estaba claro que no me encontraban opinante con la estatura adecuada.
El tiempo fue pasando, pasando, la situación del mundo complicándose cada vez más, y la izquierda, impávida, seguía desempeñando los papeles que, en el poder o en la oposición, les habían sido asignados. Yo, que mientras tanto había hecho otro descubrimiento, el de que Marx nunca había tenido tanta razón como hoy, supuse, cuando hace un año reventó la burla cancerígena de las hipotecas en los Estados Unidos, que la izquierda, allá donde estuviera, si todavía le quedaba vida, abriría por fin la boca para decir lo que pensaba del asunto. Ya tengo la explicación: la izquierda no piensa, no actúa, no arriesga ni una pizca. Pasó lo que pasó después, hasta lo que está ocurriendo hoy, y la izquierda, cobardemente, sigue no pensando, no actuando, no arriesgando ni una pizca. Por eso no es de extrañar la insolente pregunta del título: “¿Dónde está la izquierda?” No doy albricias, he pagado demasiado caras mis ilusiones.
Nota:
Espadas flamígeras de la conciencia, estas aparecen en cada rincón del planeta ¿ de donde salen ? yo no lo se de cierto, pero con seguridad estarán por ahí agazapadas, rumiando las derrotas que un día infringe el poder y otro también, sin olvidar los infiernitos que se construyen para su divertimento y las descalificaciones propias de toda izquierda que se precie de serlo.
Renexio
¿Dónde está Saramago?
Con profundo respeto por el hombre y por el escritor, y en pena del militante crítico en mengua
Enrique González
16/10/2008
“La izquierda no tiene ni puta idea del mundo en que vive”, escribió José Saramago hace 4 años, con intención "deliberadamente provocadora". La izquierda interpelada "respondió con el más gélido de los silencios", clama ahora, amargo, en una nueva reflexión sobre el tema.
En su nueva provocación, Saramago construye un retrato aproximado de los interlocutores que sus palabras nunca tuvieron. Ningún partido comunista, se queja amargamente, "salió a la palestra para rebatir o argumentar" sus palabras. Tampoco respondieron los partidos socialistas, afirma, que hoy gobiernan desde Madrid y Lisboa.
Hace un año, nos explica el militante histórico del partido comunista portugués, vio confirmadas sus certezas dogmáticas ante la crisis de la banca hipotecaria: "Marx nunca había tenido tanta razón como hoy", supuso entonces. Y esperó que ante la crisis, no se repitiera el silencio con que "la izquierda" recibió su “pedrada en el charco”– y eso, si es que "todavía le quedaba vida".
No obstante, no hubo reacción alguna ante la esquizofrenia discursiva y de acción que ha desatado la crisis del capitalismo especulativo: "la izquierda sigue no pensando, no actuando, no arriesgando ni una pizca", sentencia. Por ello, explica el conocido escritor, "no es de extrañar la insolente pregunta del título" de su artículo – “¿Dónde está la izquierda?”.
El escritor portugués tiene ya cierto tiempo fustigando a lo que él denomina la izquierda. En 2007, Saramago sentenció que estaríamos llegando al final de una civilización, y que “se presentan tiempos de oscuridad”; para luego advertir sombríamente que “el fascismo puede regresar”. También explicó que antes le gustaba mucho “decir que la derecha era estúpida", pero ahora se veía obligado a decir que no conoce "nada más estúpido que la izquierda".
Aunque en general “ya no hay gobiernos socialistas”, dijo el escritor, el que gobierna en España es la excepción, ya que “compensa la política neoliberal, de la que no puede escapar, con importantes leyes de tipo social”.
“Hay que hacer algo”, señaló, en un mundo donde “el engaño es el rey de la tierra”. Y acto seguido, salvó de la hoguera al “partido socialista” español, al que este mismo año respaldó públicamente en la campaña electoral que regresó a Zapatero al gobierno.
A pesar de su renovada certeza en el marxismo, Saramago refrendó al partido que hace casi 40 años renunció al pensamiento marxista; y que se ha convertido en uno de tantos partidos “socialistas” europeos que disputan la gerencia del proyecto capitalista con sus pares conservadores, y cuyos referentes ideológicos reales ya nada tienen que ver con la izquierda.
Al fin, sus vaivenes se debaten más bien en el campo del liberalismo sin estridencias, único espacio de maniobra que les permite seguir compitiendo, cada cuatro años, por el timón de gobiernos cuyas decisiones se limitan a determinar la velocidad de crucero de la pendiente de la desregulación – la aplicación más o menos disciplinada del mismo modelo que hoy se tambalea.
En su nueva invitación a la polémica, Saramago da a entender que "la izquierda" no se ha pronunciado sobre la crisis del capitalismo salvaje que sacude sus instancias financieras y el acceso a crédito y estabilidad económica de millones de familias del norte – por ahora.
Si tomamos el marco de definición del propio escritor acerca de lo que caracteriza como "la izquierda", se confunde el bueno de Saramago. Si tomamos como punto de referencia las miles de iniciativas de comunicación alternativa que dan rienda a suelta al pensamiento crítico de todas las verdaderas izquierdas, se confunde de nuevo. Si, alternativamente, observamos las iniciativas de los líderes latinoamericanos que proponen nuevas alternativas democráticas desde plataformas socialistas, entonces el título de este escrito de respuesta queda completamente justificado.
La “izquierdas” que su definición incluye – y que en el caso de España, él respalda – sí se ha pronunciado sobre la crisis, y vaya cómo. En concreto, el ministro de economía del "partido socialista" español ha asegurado que el gobierno "garantizará la continuidad del libre mercado", días antes de que el jefe de la patronal solicitara un "paréntesis" a las reglas del juego. Y semanas después, el gobierno ha dictaminado que es hora de invertir decenas de miles de millones de euros en cubrir los huecos provocados en las finanzas privadas por los especuladores de la bolsa y la banca.
De otro lado, la izquierda que milita en la transformación del modelo reproducido a diario por esa izquierda “refugiada”, ha venido diagnosticando de las mil maneras la debacle del sistema. Basta visitar cualquier medio alternativo en interné, para identificar voces individuales y colectivas buscando descifrar sus causas, tratando de dibujar los escenarios posibles y balbuceando en busca de respuestas a la crisis del sistema que adversan.
Y finalmente, en el continente latinoamericano, los mandatarios venezolano, boliviano y ecuatoriano, entre otros, han sido implacables en los últimos años en sus críticas al capitalismo y al imperialismo, y en la defensa de las alternativas al capitalismo salvaje que – todavía en el marco de las democracias burguesas – buscan impulsar de la mano de las mayorías populares.
Aún si a trancas y barrancas, en América Latina emerge con fuerza una alternativa decidida a confrontar el capitalismo salvaje que hoy se tambalea, en un complejo desafío de dimensiones históricas. Con su silencio sobre esa realidad pujante, Saramago parece reducir el retrato de “la izquierda”, a secas, a la que respalda en su neoliberalismo social aplicado. Si es a esa izquierda a la que da por enterrada, en eso el venerable escritor tiene razón: hace tiempo que no existe, más allá del matiz de la cosmética de valores.
Sin embargo, hablar de “la izquierda” sin reconocer los espacios de construcción participativa de alternativas que se producen con renovada fuerza en el continente latinoamericano, evidencia o una miopía política difícil de concebir en un veterano como Saramago, o una voluntad de polémica extrema – o en última instancia, un inconfesable compromiso con los intereses que las adversan.
Ha pagado "demasiado caras" sus ilusiones, se lamenta el escritor al final de su texto, al constatar tantos silencios continuados. Hay que hacer algo, señaló, hace 1 año, para desterrar de la tierra el engaño. Para lograrlo, es sin duda necesario renovar la esperanza. Pero hay que también levantar la vista y abrir el oído, más allá de las salas de conferencia donde resuenan los aplausos - so pena de reproducir la estupidez que diagnostica, y peor aún: apartarse del camino ante el fascismo que adivina.
*Nota de José Saramago¿Dónde está la izquierda? “La izquierda no tiene ni puta idea del mundo en que vive”, publicada en kaos en la red el 14 de octubre de 2008: http://www.kaosenlared.net/noticia/donde-esta-la-izquierda-3
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