La Jornada; 08 de octubre de 2006
Guillermo Almeyra
La APPO y la CND
La convención nacional democrática (CND) o será obra de los movimientos sociales de masas o no será. O sea, sólo es posible con la construcción de una red de organizaciones y movilizaciones, la cual, a su vez, no puede ser monolítica sino una red de redes capaz de unir diversidades y diferentes niveles de lucha y de organización sobre la base de algunos puntos comunes. Es decir, esencialmente y antes que nada de la defensa de la voluntad popular y de la democracia (lo cual significa la expulsión y el castigo de Ulises Ruiz y otros caciques semejantes, o el rechazo a la imposición de un seudo presidente, ilegítimo y nacido de un fraude escandaloso, así como la lucha por la libertad de todos los presos políticos, como los de Atenco), más la defensa de los salarios (aumento general de todos los salarios, pensiones y jubilaciones, para mantener el mercado interno y recuperar la caída del salario real, no al IVA a los alimentos y medicinas, no a los cambios reaccionarios en la Ley Federal del Trabajo, Plan Nacional de Creación de Empleos, sobre todo en las zonas de emigración) y la defensa intransigente del interés nacional (no a la privatización de Pemex y de la energía, no al muro agresivo y ofensivo en la frontera norte, Plan Nacional de Fomento de los Recursos Hídricos y Naturales). Este programa mínimo democrático con contenido social y reivindicaciones obreras no sólo es viable sino que también está en la misma vía que el tan ninguneado Programa de Querétaro, nacido de algunos sindicatos combativos y de su unión con organizaciones sociales progresistas.
Pero ni este plan de lucha ni la CND pueden ser sólo fruto de la tarea de propaganda. Esta es absolutamente necesaria, sobre todo en los lugares donde el movimiento social que conduce a la CND aún es incipiente, pero la base principal tanto de la convención como del plan de lucha que la haga posible debe ser la acción, la creación de comités de base que liguen los objetivos generales con las reivindicaciones locales particulares y creen miles de organizadores y dirigentes medios en cada centro de trabajo o localidad. Esta es, al mismo tiempo, la única forma de prevenir los acostumbrados chaquetazos políticos de algunos de los representantes del Frente Amplio en las instituciones o el empantanamiento de la CND en ella, y también de utilizar la lucha en ese terreno parlamentario e institucional como apoyo a las movilizaciones, sin las cuales no se puede construir nada ni controlar a nadie.
Por consiguiente, es fundamental apoyar en todos los sectores de la vida nacional y por todos los medios posibles la acción de los pueblos de Oaxaca, cuyo voto por el PRD fue robado como en el resto del país y cuya movilización tras la APPO es el punto más elevado de la resistencia a escala nacional y el ejemplo más importante de construcción de poder democrático popular frente al poder de los asesinos y usurpadores. Si el movimiento que trata de organizar y darle cuerpo la CND no hace suya y respalda la lucha de la APPO y no la extiende creando por doquier, en todos los estados, otras asambleas de los pueblos como instrumento de organización de la misma convención, dicho movimiento será sólo un instrumento de apoyo en una campaña poselectoral, aunque lleve a cabo algunas acciones importantes y educativas, como la ocupación efímera de los Wal-Mart o la denuncia de los bancos. ¿Cómo imponer, por ejemplo, el 20 de noviembre, un presidente legítimo frente al usurpador e impedir la toma de posesión del cargo por éste sin tener un fuerte respaldo popular organizado y militante? ¿Cómo exigir la democracia en todo el país si no se la defiende en Oaxaca y pedir la creación de nuevas instituciones para el poder popular si allí donde los oaxaqueños las están creando no obtienen el apoyo a escala nacional, un respaldo eficaz que pueda hacer que la represión de las clases explotadoras les resulte muy cara, en el país y ante la opinión pública internacional?
Escribo esta nota el jueves por la noche, cuando están por llegar los manifestantes oaxaqueños que vienen marchando al DF y cuando el gobierno de los grandes capitalistas está estudiando cómo y hasta dónde reprimir sin que esa acción represiva signifique arrojar gasolina al fuego a nivel, por lo menos, del sureste del país, y le resulte por tanto contraproducente.
De la magnitud de la recepción a los compañeros de la APPO y del apoyo que reciban de quienes quieren dar forma real a una CND -que se inauguró como acto de masas pero no puede ser sólo una serie de manifestaciones convocadas por AMLO sino que debe ser un conjunto de acciones autoconvocadas-, dependerá mucho la victoria de la APPO o de la fuerza de la represión, o sea, un avance de las fuerzas derechistas y de los métodos fascistas en el país como respuesta a los movimientos sociales. Por eso, al igual que en su momento fuimos todos zapatistas, y lo seguimos siendo en la defensa de los campesinos indígenas chiapanecos, somos -debemos ser- todos militantes de la APPO allí donde estemos, porque la libertad y la democracia son indivisibles y si las pisotean en algún lugar, las están pisoteando y destruyendo en nuestra propia casa. Es indispensable, en ese sentido, un pronunciamiento claro y contundente del Frente Amplio, de AMLO, del PRD, de los representantes institucionales en todo el país que rechazan el fraude y la represión. No podrá haber un gobierno paralelo frente al de los usurpadores si no tiene el respaldo de la organización popular, como el que tiene la APPO en Oaxaca. Allí y aquí libramos un solo y mismo combate contra un mismo enemigo nacional e internacional.
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