...desde blogotitlán
Mucha alharaca levantan los medios convencionales por la supuesta alineada de tres gobernadores del PRD con el presidente espurio Felipe Calderón. Festinan que Andrés Manuel López Obrador se queda cada vez más solo, dado que la corriente (ya no le llaman “tribu” como siempre hicieron) principal de ese partido, Nueva Izquierda, anda en pláticas con los panistas para impulsar su propia agenda política y apoyar algunos puntos de la fecalista.
No se confundan. Los yunquistas-panistas de Calderón y sus periodistas afines incurren en la misma miopía del caso Oaxaca:
1.No se atiende el meollo, la sustancia, del problema.2.Suponen que los líderes son dueños de sus seguidores.3.La oportunidad es la clave de los aciertos.
1. El verdadero problema no es López Obrador, sino Felipe Calderón y todo su cochinero para ser proclamado “presidente electo” de la mayoría de los mexicanos. Es una falacia descomunal y se insiste en ella, como para Oaxaca se insiste en que “Ulises Ruiz es el gobernador”. Tanto Calderón como Ruiz son el problema y eso es lo que se evade. Es la típica negación a que se refieren los psicólogos, para no aceptar una realidad que es, a pesar de todas las negativas y evasiones, pero que tarde o temprano termina por imponerse.
2. Se repite el mismo error cometido con Cuahtémoc Cárdenas y el líder magisterial oaxaqueño. Negocian y compran a los líderes, como si estos fueran dueños de sus seguidores. Por eso no se resuelve el lío oaxaqueño y el verdaderamente solo es Cárdenas (y para ahí va Rueda en Oaxaca), sólo arropado por los panistas y priístas tecnócratas.
3.La solución de un problema que llega a destiempo pierde toda eficacia. Como a un enfermo que se le da una medicina ya muerto, o un auto al que se le quiere arreglar el freno cuando ya chocó. Bien lo sintetiza el dicho: “muerto el niño, tapado el pozo”. ¿Ya para qué? Palo dado, ni Dios lo quita.
La lógica dice que para resolverse, los problemas deben, primero, reconocerse y aceptarse, y en seguida, atenderse bien y a tiempo.
La neta es que el PRD, como partido, sigue siendo igual que antes. Sus porcentajes intrínsecos son los mismos, el 18% del electorado. De ahí no ha pasado. No supo trabajar en el impulso del “fenómeno AMLO” y se concretó a aprovechar la dinámica del movimiento ciudadano en apoyo al Peje. Revísese en cualquier estado o municipio, qué tanto esfuerzo hicieron los candidatos perredistas para incentivar votos a su favor y arrastrarlos hacia López Obrador. Fue al revés. Ninguno quiso invertir ni luchar para su elección, si acaso unos cuantos volantitos y párele de contar. Todos se fueron por la vía cómoda, confiados en que el solo nombre de López Obrador les garantizaba su elección automática. Y ¡sopas, perico! AMLO arrastró, pero aquellos se quedaron. Sólo se aprovecharon los familiares y cómplices de los directivos perredistas en todos los estados, que ligaron chambas plurinominales, las que están seguras, haciendo o sin hacer campaña.
La verdadera fuerza de López Obrador es la ciudadanía sin partido. No se queda solo porque uno de sus seguidores haya “perdido” una elección o porque otros “copartidarios” se acomoden a sus propias conveniencias.
¿Quieren de verdad dejar solo a López Obrador? Quítenle pueblo. A todos quienes creyeron y siguen creyendo en él, con sus errores y aciertos, porque ven su congruencia con lo que ofrece. Quítenle ciudadanos. Así no habrá quien lo siga y estará verdaderamente solo. Cualquier otra cosa son espejismos de mentes esquizoides.
No comments:
Post a Comment