Sunday, July 12, 2009

Tensar un arco: tres poetas brasileños


Jair Cortés

Son muchos los beneficios que nuestro momento histórico nos ofrece como lectores de poesía: acceso irrestricto a variadas bibliotecas virtuales; páginas de literatura en todos los idiomas; blogs de autores en los que se publican textos literarios, bitácoras y diarios personales y un sin número de foros en los que podemos interactuar y convertirnos en parte sustancial de la inabarcable red de información. Ahora no debemos esperar años o décadas para conocer la literatura escrita en otras partes de nuestro continente, no es necesario el traslado físico para acercarnos a otros poetas, bastan un dato y un par de clics para abrir las ventanas del tiempo y saber qué es exactamente lo que en materia de poesía se escribe en la actualidad. Quizá sea esta misma ventaja la que, bien mirada, sea la principal barrera para conocer una totalidad. Si toda selección implica una omisión, no serán pocas las partes omitidas al querer mostrar una generalidad. Esta circunstancia habrá de impedir que volvamos a afirmar, con la seguridad que veníamos haciéndolo, frases como Nueva poesía mexicana, Poesía brasileña reciente o Nueva poesía catalana. No son posibles ya la antología, la selección y la muestra como terrenos seguros y confiables, en los que se anuncie un panorama amplio que ilustre lo mayormente posible de un quehacer escritural. Consciente del fangoso terreno que describo, me limito a presentar a tres de los jóvenes poetas brasileños que he leído recientemente. La familiaridad entre el idioma portugués y el español nos permite indagar con menos dificultad cuáles son los registros sobre los que se mueve la poesía de Brasil, misma que no ha sido extraña para los lectores de México. Joao Cabral Melo de Neto, Carlos Drummond de Andrade, Haroldo y Augusto de Campos, Ledo Ivo, Vinicius de Moraes, entre otros, son nombres que nos resultan cercanos. La presente traducción intenta estrechar aún más esa cercanía, en la que ya figuran poetas que comenzaron a publicar en la década de los años noventa, como Franklin Alves, Leonardo Gandolfi, Diego Vinhas, Delmo Montenegro, Bárbara Lia, Eduardo Jorge, Adriana Zapparoli, Simone Homem de Mello, Virna Teixeira, André Dick y Fabiano Calixto.

Claudio Daniel, poeta y ensayista, ha dicho: “ Los nuevos poetas leen a João Cabral y la Poesía Concreta , y también autores como el cubano Lezama Lima, el portugués Herberto Helder y el rumano Paul Celan, en busca de nuevas posibilidades creativas”; además, agrega, que los autores que pertenecen a la reciente generación de poetas brasileños (en la que incluye a Virna Teixeira, Eduardo Jorge y Adriana Zapparoli), se interesan por “las arquitecturas más complejas del sonido y la imagen, más allá del registro fotográfico de lo cotidiano o de la parodia de la crónica periodística” y, por otro lado saben “la importancia de la Poesía Concreta , del Neobarroco, del Language Poetry, sin rechazar el diálogo con esas tendencias inventivas ni la presencia del Pop”.

Virna Teixeira ha publicado dos libros de poesía: Visita (2000) y Distancia (2005), en los que apuesta por la concreción del poema. En breves repasos a la realidad muestra imágenes, como fogonazos, para evocar o aludir estados de ánimo, casi todos relacionados con lo nostálgico. Situaciones que dan noticia de cómo vivimos la modernidad y que actualizan al “hombre solitario de la multitud” señalado por Baudelaire y Poe. Teixeira se distancia del mundo, pero la experiencia con la palabra habrá de reunirla sólo con fragmentos de aquel.

Los poemas de Eduardo Jorge describen pacientemente imágenes y paisajes que intentan, con mayor soltura verbal, revelar un misterio; su decir es pausado, descriptivo, creando un ambiente eficaz dentro del poema. En 2004 publicó un extenso poema titulado “San Pedro”, en el que la intertextualidad, el uso del verso de largo aliento, combinado con la prosa poética y los versos breves, conforman una estructura sólida en donde las ideas y ambientes surrealistas son sus características más notables.

Adriana Zapparoli está incluida en diversas antologías de poesía brasileña y tiene una activa participación en medios electrónicos, como las revistas virtuales Zunai y A cigarra. Zapparoli propone una estructura poética basada en el vertiginoso uso de palabras y en la acumulación de descripciones para crear una estética de la saturación: un motivo desencadena una avalancha de significados, una especie de zoología de la palabra.

Leyendo a estos tres poetas veo un arco poético que se tensa: va de la concentración verbal de Virna Teixeira a la soltura de Eduardo Jorge, para terminar en la desbordada discursividad de Adriana Zapparoli. Hay aquí tres ejemplos claros de la renovada tradición poética brasileña, siempre dueña de una voluntad por explorar otros sitios y nuevas formas del decir a través del poema.


Virna Teixeira

Virna Teixeira

Muros

Después
del portón

las lágrimas
desembocan

*

Distancia

una llamada telefónica de
tres minutos

después,
el silencio

del otro lado
de la línea

Detox

Cubrió los moretones con gasa. Heridas cicatrizan con el tiempo. Aun cuando queden marcas. Memorias dibujadas en los huesos, adornos.

Tomó fotografías como registros. Meses después del trauma. Sin sangre en las conjuntivas.

Dejó atrás la cámara. Almohada, sábana blanca, el agua tibia del baño.

Invierno, recuerdo nocturno.

La transformación del rostro. Cuando retiró los vendajes, las suturas.

El día de la partida, árboles. De lado en el tren, la luz sobre los cabellos, castaños.

Virna Teixeira nació en Fortaleza (CE), en 1971, y reside en São Paulo. Es autora de Visita (2000) y Distancia (2005), ambos publicados por la editorial Sette Letras. Esta selección forma parte do su próximo libro de poemas, Transitos.


Eduardo Jorge

Eduardo Jorge

Engullir la presa viva:
dos condiciones

–primer condición–

(mitad del cuerpo dentro
del otro)

a la inversa del parto;
duplica la vida dentro de sí,
antes del inicio de la digestión

arrancar cada parte del cuerpo–
con perforaciones en línea

–segunda condición–

ver asustada la glotis
dar con la cabeza en la laringe:

prever máximas perforaciones

calmar las patas–
aire por última vez: la serpiente sepultura

Naja esfinge

el enigma es el ardor de la tierra
caliente bajo los pies pétreos e
hinchados:
acompañar los ojos de la presa

su cansancio peregrino –y
con costillas abiertas lanzar
el desafío:

abrir las cavidades en amenaza

el visitante del vacío asume
la postura estatua– siempre
ella camino:

si destino fuera, rumbos serían

templos, serpientes de roca.
en las presas el thelos –fijos,
los músculos:
al desistir seguirían horas,

–veneno redentor en fuga
subestimación, la esfinge, naja
asalta:

el perdedor ciego, la carne en
breve despedida: huesos aran
la estructura de la tierra y la flauta
enmudecida:

puerta arena: reloj de arena obstruido

Eduardo Jorge, poeta, nació en Fortaleza en 1978 (CE), donde edita la revista literaria Gazua.


Adriana Zapparoli

Adriana Zapparoli

Lutra-lutra

unos de los caminos era aquel: acuático. respiraba distante y delante de su pelaje espeso, brillante y uniformemente castaño, con excepción de la región del vientre. dÉl el cuerpo, la cabeza y los ojos pequeños, se movía el timón la larga cola, afilada en la punta, casi espada. indecisa la presencia dElla. en cuanto se zambullía inmersa en su interior, el impulso de las patas. dÉl sentía el movimiento sinuoso del cuerpo. contenía aquella una nutriafagia poética de pez-anfibio, reptílica ave acuática. ética lírica. sus sistemas de galerías, sus entradas a zonas rocosas, sus entrañas, unas subacuáticas y otras al nivel del suelo.

*

Scorpion

la peregrina del desierto negro abandonaba, algunas veces, sus ojos lagartos al respirar la esencia de aquellas sílabas. la gramática monosilábica de aquél pensamiento escorpión de palpos comprimidos, demasiado horrendo y paralizante, se demoraba en su mente. sumergida en las aguas profundas de piedras marsupiales, capturaba a la luz de un oscuro hueco de protección. s us sueños prematuros estaban casi licuados. Vagaba por la noche, cuando un sollozo escapó de sus labios de atmósfera y pétalos triturados. mudando sus escamas atravesó una puerta fechada tras de sí. y fue entonces que él, lleno de coraje, se levantó, Asclépio, en la orilla de aquellas aguas.

Adriana Zapparoli es poeta y profesora de biología en la Unicamp. Su obra está incluida en la antología Poesía so poesía (Novas letras SP, 2004). Su página en internet es http://zeniteblog.zip.net/

Selección de Jair Cortés,
versiones de Berenice Huerta y Jair Cortés


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